Hoy quiero retomar el tema de los viajes, algo que me apasiona. Como les compartí en el blog anterior, tuve una etapa en la que estaba un tanto obsesionada con la idea de viajar constantemente. Sin embargo, un día, mientras escribía en mi diario, me di cuenta de que no podía ser turista todo el tiempo, al menos no en ese momento de mi vida. Fue entonces cuando me formulé una pregunta simple pero profunda: ¿Qué es lo que realmente me gusta de viajar?
La respuesta fue: me gusta caminar, comer cosas nuevas y descubrir sitios simpáticos. La realidad es que podía experimentar todas esas cosas aquí mismo, en mi propia ciudad (Boston), si tan solo me permitiera imaginármela como si acabara de aterrizar ahí por primera vez. Resulta sorprendente lo que uno puede apreciar de nuevo, las maravillas que pasamos por alto y la sensación que se experimenta al ponerse en ese estado mental. La realidad es que cuando vivimos en un sitio por mucho tiempo, dejamos de ver y tomamos como dado muchas cosas que tenemos cerca de nosotros.